El masaje es una técnica muy agradable que sienta bien a todo el mundo; más si se produce en una situación tan agradable como durante el descanso en una playa en las vacaciones de verano. Tenemos todo el derecho del mundo a disfrutar y relajarnos, pero nunca deberíamos dejar que también el sentido común se vaya de vacaciones.
Año tras año se repite la misma noticia: problemas y detenciones relacionadas con masajes ilegales en las playas. La más reciente que conozco ocurrió hace unas semanas en una playa de Torremolinos (Málaga). Leyendo la noticia destaco los tres puntos que se suelen repetir en estos casos:
1) Carencia de titulación, permiso de trabajo... de las personas que ofrecen estos servicios.
2) Falta de higiene.
3) Los detenidos se encontraban en España en situación irregular.
Ya escribí el año pasado sobre este mismo tema, avisando de las razones por las cuales desconfiar de los masajes en las playas. Voy a resumir mi opinión vertida en dicho artículo y aclararla ligeramente:
1) Anonimato: no sabemos quién nos trata.
Es cierto que un masaje es una técnica casi inofensiva que se ha venido realizando desde siempre de forma instintiva. Si bien como técnica está reconocida como propia de los fisioterapeutas, es cierto que un masaje de relajación lo puede dar cualquiera con un poco de habilidad y sentido común -facultades que, ciertamente, desconocemos si posee el extraño que nos ofrece el masaje en la playa-.
No obstante, como casi todo en esta vida, también tiene sus contraindicaciones y posibles efectos adversos. La intención de los fisioterapeutas no es que se criminalice a cualquiera que aplique bronceador sobre la espalda de alguien mientras toma el sol por estar ejerciendo de intruso y quitándonos clientes. No somos tan catastrofistas ni peseteros (¿"eureros" se dirá ahora?). Simplemente advertimos de que un masaje, por suave y relajante que sea, es un servicio que estamos pagando a una persona de la cual no sabemos nada. Por mínimo que fuera el daño que podamos sufrir (que nos manche de crema la toalla, la pomada nos irrite la piel o nos reaparezca el dolor del accidente de tráfico que tuvimos hace un año, por ejemplo) no sabríamos nunca a quién acudir, puesto que la persona anónima que nos atendió se habrá esfumado.
2) Falta de higiene. Problema de salud pública.
Esto no me lo invento yo ni se lo inventan los fisioterapeutas para defender su territorio y no perder clientes. Simplemente es algo que dice la ley: desarrollar una actividad como realizar masajes a unas elevadas temperaturas, sin lavarse las manos ni utilizar toallas limpias y empleando cremas de composición desconocida supone un riesgo para la salud, como ya se ha demostrado alguna que otra vez. No es que nos vayan a dejar parapléjicos si nos dan un masaje playero, pero tampoco es agradable volverse de las vacaciones con la piel llena de ampollas.
3) Situación irregular.
El problema no está únicamente en la ausencia titulación y permiso para realizar estos servicios o en la falta de higiene, sino que, además, suele ser habitual que las personas que desarrollan estas actividades sean inmigrantes ilegales. Los fisioterapeutas entendemos que todas las personas tienen derecho a buscarse un sustento, pero es la policia la que detiene a las personas que actúan sin adecuarse a la legalidad, no es un capricho nuestro.
¿Hace un masajito en la playa?
Sí, pero con unas garantías ;)
Conclusión.
El problema tal vez sea algo tan sencillo como que existe la demanda pero no la oferta. Habrá muy pocos fisioterapeutas a pie de playa ofreciendo sus servicios de forma reglada. Esto sería la mejor opción para acabar con este tipo de problemas. Mientras esto llega, hay multitud de sitios (hoteles, spas, clínicas, paradores...) donde se pueden recibir masajes estupendos mientras estamos de vacaciones, teniendo además todos los papeles en regla.
Imagen de cabecera del artículo por kudomomo con licencia Creative Commons.
Imagen inferior por La Opinión de Málaga.
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