El vértigo, como síntoma, es una alucinación de movimiento, un indicativo cardinal de una alteración del sistema vestibular. Supone una incapacitante distorsión del equilibrio.
Es la sensación subjetiva de falso movimiento del cuerpo o de los objetos que lo rodean, de forma generalmente rotatoria, o bien de basculación, lateropulsión o traslación. Su carácter subjetivo lo hacen frustrante para terapeuta y paciente, al imposibilitar su cuantificación. La ansiedad suele, por ello, ir pareja con los cuadros de vértigo.
El vértigo verdadero debe ser diferenciado del mareo, de la inestabilidad y del desvanecimiento.
- El mareo es la sensación de flotación o balanceo de la cabeza, a menudo sensación de embotamiento, presión cefálica o “cabeza hueca”. Con frecuencia aparece en casos de ansiedad, depresión, hiperventilación pulmonar o artrosis cervical.
- La inestabilidad es la sensación de desequilibrio o inseguridad al deambular, en el mantenimiento de la posición bípeda, o en ambos (vahído no rotatorio). Se debe a trastornos visuales, sensoriales, cerebelosos o extrapiramidales. Debe ser diferenciado además del desvanecimiento y de la visión borrosa.
El sistema vestibular es el encargado de traducir la aceleración que llega a la cabeza cuando nos movemos, y enviar dicha traducción en forma de señales al cerebro para su interpretación. Esta información se usa por el sistema nervioso central para la estabilización de la mirada hacia la retina y el control de la postura. Las aferencias visuales y someto-sensoriales también se reúnen en el sistema nervioso central para conseguir que mantengamos el equilibrio, tanto en citaciones estáticas como dinámicas.
Cuando este sistema falla, una de las herramientas más precisas son los programas de ejercicios para la reeducación vestibular.
Ya en 1946, Cawthorne y su equipo demostraron clínicamente que los ejercicios de estimulación visual y somato sensorial, establecidos de forma precoz, tenían un efecto positivo en la recuperación de pacientes que habían sufrido lesiones en el sistema del equilibrio, en relación con ablaciones quirúrgicas.
Desde entonces y hasta la actualidad, diversas pruebas experimentales han afianzado la importancia del ejercicio físico en la compensación vestibular dinámica, y demostrado que la inmovilidad y el sedentarismo impiden la compensación dinámica en los enfermos con síndromes vertiginosos. Existen pruebas de moderadas a sólidas que plantean que los programas de reeducación vestibular basados en ejercicio es un tratamiento seguro y efectivo para el trastorno vestibular periférico unilateral, en base a algunos ensayos controlados aleatorios de alta calidad, proporcionando una resolución de los síntomas a medio plazo.
Los fisioterapeutas, dentro del equipo multidisciplinar liderado por el neurólogo (otoneurólogo, neurólogo, neurocirujano), tenemos un papel primordial como co-directores de estos programas de ejercicio.